La Nación: Guadalupe Martínez Uría: la villana de las telenovelas que se retiró para formar una familia y el regreso 25 años después
22/03/2025
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Fue la mala de Clave de sol, y de muchas de las ficciones que coprotagonizó pero un día decidió casarse y ya no trabajar más. Es la mamá de la cantante Kala Bidner y está preparando su regreso
Fue una de las actrices más populares de los 90 y trabajó en Pelito, Clave de sol, ¡Grande, pá!, Mi cuñado, Chiquititas, El precio del poder, pero un día Guadalupe Martínez Uría decidió retirarse para formar una familia. Hoy, en pareja con Diego Bidner y mamá de Ona, Kala y Máximo, tiene ganas de volver y ya trabaja en un proyecto propio. En una charla íntima con LA NACIÓN, recorre su vida, recuerda sus comienzos a los 11 años, detalla por qué dejó de actuar y habla de su historia de amor.–¿Qué recuerdos tenés de ese mundo en el que te moviste durante casi dos décadas?–Me acuerdo que me sentía en familia porque ese era mi espacio. Crecí ahí y me sentía parte. Veía a (Jorge) Guinzburg en los pasillos, a Mónica y César, y éramos todos compañeros, compartíamos. Cuando ya había dejado de trabajar en Canal 13 y me encontré en la calle, de casualidad, a Mónica y César y fueron ellos quienes me saludaron, me sorprendió porque siempre pienso que la gente no sabe quién soy; tampoco cuando estaba en pantalla. O con Tinelli, que también me lo cruzaba en Telefe cuando él hacía Ritmo de la noche y yo ¡Grande, pá! No entendía que me conocieran (risas).–Te iba muy bien, ¿por qué dejaste de trabajar?–Porque me casé. Después solamente hice Herencia de amor, pero fue una participación. Soy amiga de la familia Estevanez y sabían que, casada, no iba a darme besos con otro actor y tampoco tenía mucho tiempo. Entonces Quique me dijo que era un papel cortito, de seis capítulos. Fue lo último que hice hace veinte años, y lo disfruté.–¿Cómo fue tomar la decisión de dejar todo para casarte y formar una familia?–Dificilísimo. Yo estaba haciendo Los buscas de siempre y mi pareja en la ficción era Arturo Bonín. Mi marido, que era mi novio en ese momento, nunca veía mis trabajos porque le hacía mal. Entonces fingía que no existía.–Es celoso…–Es muy celoso (risas).–¿Y qué pasó esa vez?–Un amigo, que nunca supe bien quién fue, pero me encantaría para hacerle la cruz (risas), lo llamó para decirle que sintonizara Canal 9 y justo estaba yo en una escena romántica. Cuando nos vimos, me dijo que no podía soportarlo.-Te dio a elegir...–Si, me dijo: “es esto y está bien y es tu decisión. O es nuestra historia”.–¡Qué difícil!–Muy difícil. De todas maneras, ya estaba empezando a cambiar la forma de hacer televisión y tanto no me gustaba ya. Entonces, si tenía que elegir, prefería a mi pareja y el futuro con mi pareja. Porque sabía que era imposible exigir que mi personaje no se besara con nadie. Excepto que sea una película, que podés leer todo el guion. En una novela pasa de todo.–Y llevan 25 años juntos...–Sí. Ya teníamos proyecto de casarnos y lo hicimos al año siguiente. Y tenemos tres hijos: Ona, que estudia medicina; Kala, que es cantante y compositora y Máximo, que terminó la escuela y empezó a trabajar.–¿Cómo empezó tu historia de amor con Diego?–Tiene una empresa familiar en el rubro farmacéutico. Y nos conocimos porque mi familia también está en ese rubro. Yo trabajaba con mi familia, además de actuar y en un momento vi que había un juicio con otro laboratorio.–¿Se conocieron en un juicio?–No exactamente en el juicio. Cuando vi que no tenía lógica seguir con la demanda, armé una reunión que fue con el abuelo de Diego. Y en el medio entró él, conversamos y así empezó todo.–¿Y en estos años te dedicaste a la familia?–Si. Intenté buscar cosas relacionadas con algo creativo porque así crecí y es muy difícil decir se acabó y no hacer nada más. Intenté diseñar joyería y hacer otras cosas, pero nada terminaba de cerrarme. Desde que Kala decidió dedicarse a la música la acompaño y la ayudo también. Y ahora, hace unos meses, decidí volver.–¿Vas a volver a actuar?–Si. Es momento de crear algo personal. Es autogestión, pero estoy trabajando en una ficción con un grupo de personas, aunque también estudié producción y dirección. Ya estamos en preproducción.–¿Extrañás?–Si, me hubiera gustado seguir trabajando.–¿Nunca le hiciste reclamos a tu marido?–No, porque es una decisión que tomé yo. Quizá hubiera podido seguir unos años más, pero la televisión ya estaba cambiando y no me gustaba. No perdí tanto.–¿Y qué dice Diego de tu regreso?–Todo bien porque como lo hago yo, sabe que no va a haber besos (risas).–En tantos años de pareja, ¿cómo resuelven las crisis? –Es un trabajo diario (risas). Llevamos más de la mitad de nuestra vida juntos, nos conocemos, podemos conversar.–Empezaste a tus 11 años en Pelito, ¿cómo fue?–Jorge Palaz, productor de Pelito, convocó a un casting por televisión para sumar chicos al programa. La cita era en la Federación Argentina de Box y éramos miles. Tenía un número altísimo y justo vi el 85 tirado en el piso. Lo agarré y fui a decir que se me había pasado (risas) y me anotaron. Me había acompañado mi papá, que me llevó porque insistí mucho. Yo quería ser amiga de los que estaban en Pelito; jugar con ellos. No imaginaba otra cosa. Bueno, quedé en Pelito, después hice varias publicidades y me convocaron para Clave de sol. A partir de entonces no paré más hasta que me casé. Hice Grane Pa, Alta comedia, El pecio del poder, Perla negra, Chiquititas, Alen luz de luna, De corazón, RRDT, Los buscas de siempre, Herencia de amor. No estuve sin trabajar ni tres meses.–De chiquita entonces supiste cuál era tu camino...–Sí y también siempre me gustaron las ciencias y estudié biología molecular durante dos años. Al final dejé porque no me daba el tiempo. Era imposible compatibilizar las dos cosas porque grababa desde la mañana a la noche. Cuando era más chica podía entrar a trabajar al mediodía porque por ley no te pueden obligar a dejar la escuela; pero ya en la facultad fue más la exigencia. Lo piloteé durante dos años y dejé.–¿Qué programa te quedó especialmente en el corazón?–Lo que más recuerdo es Clave de sol. Era la mala, la contrafigura y todos se acuerdan también de eso. Siempre fui la mala (risas). Clave de sol también me posicionó en otro lugar porque a partir de ahí no paré de trabajar. Había tantas ficciones y a todas les iba muy bien.
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